28 agosto 2011

Este verano

     Me encantaría empezar este post aludiendo al maravilloso verano de aventuras y noches exóticas que no he vivido, pero aún así, ni intentaré remendar con palabras trepidantes este verano del que no me he enterado más que por el calor asfixiante y porque no me he puesto nada morena. De hecho, por no hacer, no he hecho ni "comida en parque", que durante una época fue top-ten de principios de verano...Lo cual no quiere decir que no haya disfrutado, aunque sea levemente, de una merecida semana de vacaciones en las dos ciudades que sí parecen ser el top-dos de las capitales portuguesas... A pesar de todo, este verano lo que sí he hecho es un viaje emocional, que es económicamente más barato, aunque a veces pesa más que un quintal... Así que ya a finales de este verano que se acaba, me cuesta recordar, a pesar de lo fugaz, qué estuve haciendo en junio para que se me esfumara tan rápido...Mmmmh, ¡es verdad!... Recuerdo que pasé de ser ratón de biblioteca por mi interesantísimo trabrajo de investigación cinematográfico, a ser ratón de laboratorio al sufrir un experimento continuado de desinformación en un curso de 30 días de tedio...mientras sazonaba todo esto con crecimiento personal metiéndome en la piel de algún que otro personaje que podría ser la larva de una buena historia y me mantenía al tanto cultural registrando como una máquina administradora (esto me pasa por eclecticista...). Sintiendo este panorama en mi recuerdo emocional... determino que en junio...disfruté de noche lo que no pude disfrutar día... y que las tardes fueron mejor que las mañanas...y que conocí a gente nueva... y eso siempre está muy bien...

Pensándolo, julio debe de haber sido mi mes de verano, el mes de verano 2011 por excelencia, porque en julio, aunque trabajando en el Festival, me he permitido explorar el sentimiento de una bailarina de éxito (ampliando mi imaginario) y el poder de la tila alpina, me ha dejado tiempo libre de sobra para viajar los fines de semana a Salamanca, grabar un cortometraje, irme de vacaciones cruzando Portugal de norte a sur del 18 al 24 de julio en un recorrido apetecible, apetitoso y fresco en un país tan extranjero como familiar al que volvería sin duda y en el que el frío que nos sorprendió acabó siendo el que nos permitió disfrutar de todas y cada una de las ciudades que visitamos. En Coimbra descubrimos el "pan de deus" y nos sorprendimos recogiéndonos a las 10 de la noche como si fuera la 1 de la madrugada. En Oporto disfrutamos de su centro, de la Riviera al atardecer y la posibilidad de volver. Aveiro fue fugaz, Lisboa calmada en un viaje al recuerdo de otros tiempos y el paso a la eternidad (parafraseando esa maravillosa canción de Loquillo con letra de poeta). Así que sí. Julio hit del verano y Portugal como el destino de vacaciones perfecto. Porque agosto... agosto... ha sido como el viaje a un agujero negro, el recorrido a la opresión tecnológica, la alegría de saberme tía y la tristeza de la pérdida de un ser querido que inevitablemente me ha trasladado a la infancia y al germen de lo que ahora soy. Por eso, cuando llego a esto que considero como final del verano, porque ya anochece más pronto y el calor no es tan insoportable, siento como si afrontara un nuevo otoño con una especie de incertidumbre infinita en la que sólo sé con certeza que quiero seguir creciendo.