Ni por asomo pensé que llegaría a entrar en el cine a ver una peli que por el cartel pareciera uno de esos films “graciosillos de Hollywood”, de temática bélica, y que encima le hubieran puesto a su versión doblada una coletilla facilona como “una guerra muy perra” para enfatizar estúpidamente que era una peli de humor. Pero a veces lo haces y, a veces, no te arrepientes. Es una gamberrada de película. No hay tregua, desde los trailers falsos del principio hasta los créditos finales te ves sumergido en un universo absurdo que en el fondo tiene sentido. Ben Stiller ha ganado. Mezcla realidad y ficción y llega a hacer la ficción realidad con un sentido del humor muy negro, del cual inevitablemente te ríes (hasta con carcajada).
En el trópico, un equipo de rodaje intenta sacar adelante una película con un puñado de estrellas de Hollywood que no están dando lo mejor de sí mismos y un director sin autoridad ni ante las estrellas, ni ante el gran productor que financia la película, el cual le da un ultimátum para terminar la película o para retirarse. Ante esta situación extrema el director decide introducir a los actores en el corazón de la selva con un mapa y el guión de la película, como si se tratase de una gincana de campamento juvenil. Pero tras el boom y la salsa de cereza con sabor a sangre los actores se han sumergido en la realidad, una realidad muy parecida a la ficción que debían interpretar, pero con la diferencia de que en la vida real no valen los “corten” cuando las situaciones son incómodas. De principio a fin, una estructura de guión genial, con situaciones divertidísimas. Una gamberrada de lo más recomendable.