14 mayo 2012

Sonia de Carlos, Impermeable al desaliento

Copio y pego las palabras escritas por Ramón Luque sobre Impermeable en octubre 2011



El segundo cortometraje de Sonia de Carlos,  Impermeable, cumple prácticamente un año recorriendo algunos de los más importantes certámenes y festivales especializados (PNR de Madrid, FEC de Cambrils-Reus, Cortos con Ñ y varios más). El éxito de esta pequeña joya es un éxito silencioso y paulatino. Detrás de la historia de Impermeable  no se encuentra un cineasta convencido de su "genialidad" y de su ingenio, que pretenda extasiar al espectador con sus movimientos de cámara o epatar al personal imitando a Quentin Tarantino. A Sonia de Carlos no le han hecho falta ni audaces movimientos de cámara, ni pistolas, ni crímenes para contar una historia donde brilla sobre todo la inteligencia y el conocimiento profundo de cómo somos los seres humanos. Impermeable es más bien una variante modesta y a la vez brillante sobre la historia de "chico encuentra chica", o más bien, "chico se desencuentra con chica". Los protagonistas, tanto Óscar Nagar como Silvia Gómez consiguen una naturalidad a la que no estamos muy acostumbrados en el cine español, la fotografía es sencilla y hermosa, la realización, más que eficaz. Pero el gran acierto de Sonia es la historia, el guión (escrito por ella misma) y su forma de llevarlo a la pantalla. Utiliza para ello su propio "efecto especial", conseguido de la forma más natural y honesta, sencillamente para explicarnos lo hipócritas que solemos ser en la vida, incluso con los seres que más queremos.Impermeables somos todos: todos confeccionamos unos chubasqueros impenetrables que impiden que nuestros sentimientos se comuniquen, que impiden que las palabras de los demás nos lleguen al corazón. Vivimos un mundo cínico donde el miedo impera, y los personajes de este maravilloso corto son hijos de este mundo y este tiempo. Lo más satisfactorio de todo es que la directora de todo esto, Sonia, es también, a su modo, impermeable: impermeable al desaliento, luchando por su corto, por su promoción y por la realización de más películas inteligentes. Su talento y también su experiencia (ha trabajado en televisión y en cine, produciendo dos largometrajes) son garantía de que seguirá ahí, logrando más éxitos.

11 mayo 2012

Walking Around, de Pablo Neruda

Sucede que me canso de ser hombre.
Sucede que entro en las sastrerías y en los cines
marchito, impenetrable, como un cisne de fieltro
Navegando en un agua de origen y ceniza.

El olor de las peluquerías me hace llorar a gritos.
Sólo quiero un descanso de piedras o de lana,
sólo quiero no ver establecimientos ni jardines,
ni mercaderías, ni anteojos, ni ascensores.

Sucede que me canso de mis pies y mis uñas
y mi pelo y mi sombra.
Sucede que me canso de ser hombre.

Sin embargo sería delicioso
asustar a un notario con un lirio cortado
o dar muerte a una monja con un golpe de oreja.
Sería bello
ir por las calles con un cuchillo verde
y dando gritos hasta morir de frío.

No quiero seguir siendo raíz en las tinieblas,
vacilante, extendido, tiritando de sueño,
hacia abajo, en las tapias mojadas de la tierra,
absorbiendo y pensando, comiendo cada día.

No quiero para mí tantas desgracias.
No quiero continuar de raíz y de tumba,
de subterráneo solo, de bodega con muertos
ateridos, muriéndome de pena.

Por eso el día lunes arde como el petróleo
cuando me ve llegar con mi cara de cárcel,
y aúlla en su transcurso como una rueda herida,
y da pasos de sangre caliente hacia la noche.

Y me empuja a ciertos rincones, a ciertas casas húmedas,
a hospitales donde los huesos salen por la ventana,
a ciertas zapaterías con olor a vinagre,
a calles espantosas como grietas.

Hay pájaros de color de azufre y horribles intestinos
colgando de las puertas de las casas que odio,
hay dentaduras olvidadas en una cafetera,
hay espejos
que debieran haber llorado de vergüenza y espanto,
hay paraguas en todas partes, y venenos, y ombligos.
Yo paseo con calma, con ojos, con zapatos,
con furia, con olvido,
paso, cruzo oficinas y tiendas de ortopedia,
y patios donde hay ropas colgadas de un alambre:
calzoncillos, toallas y camisas que lloran
lentas lágrimas sucias.

Pablo Neruda

10 mayo 2012

El hombre de la montaña

Me pregunto si el hombre de la montaña sigue vivo, si tuvo un fuerte catarro en invierno, si le llegó la nieve hasta las rodillas o la lluvia le empapó por completo.

Puedo intuirlo, a lo alto, rodeado de frondosos árboles perennes,  con los pulmones abiertos, oliendo la primavera tardía agonizando el calor de un mayo extraño.  Las macetas con romero, tisana, menta y albahaca. Botes de legumbres para la mesa en un estante de una casa a punto de abandonar. Puede que ya no esté allí. Que se cansara de estar en lo alto del monte. Que una mañana viera el Sol asomarse por el horizonte y sintiera la necesidad de correr. De andar. De seguir.

El hombre de la montaña busca. Tal vez busca sin el deseo de encontrar. Busca por el deseo de probar, de arriesgar, de conocer.  Y su ansía sigue latiendo sin cesar, calmada, como él. Incesante, como su búsqueda.

Fotografía: Sonia de Carlos

Hace mucho que no sé nada del hombre de la montaña. No sé dónde está. No sé dónde espera seguir buscando. En días cómo éstos, echo de menos su conversación pausada, su pregunta incesante, compartir ideas y lugares,  hablar con el devenir de los pensamientos expuestos sobre una mesa con té,  café con leche y galletas.

Sería reconfortante.