Pues no me voy a quedar con las ganas y por fin voy a darle un aire más cosmopolita a este blog en cuanto a temática se refiere, porque desde que lo inauguré aquí sólo se ha hablado de comic y de novela gráfica y en realidad lo que pretendía con este blog era crear una especie de hemisferio confuso en el confluyeran diversas vertientes artísticas, y no lo estoy llevando a cabo, así que allá voy. Estreno sección, y lo voy a hacer con uno de los grandes: WOODY ALLEN.

Vicky es un personaje sereno y controlado en el cual Woody Allén ha centrado su alter ego (aunque parezca mentira), quitándole la parte histriónica que tienen todos los personajes que Woody Allen interpreta. El guión, contado a modo de fábula, me parece maravilloso. Narra la historia de dos personajes muy opuestos (Vicky y Cristina) que se complementan muy bien, cada una en su estilo. La chica tranquila, trabajadora y ordenada, comprometida y fiel (supuestamente, porque evidentemente el ser humano es infiel por naturaleza) y la chica alocada que no sabe lo que quiere, pero sí lo que no quiere, un espíritu inquieto y artístico, bohemio y pasional. Esas dos norteamericanas son las que se adentran en el paisaje barcelonés, cosmopolita y europeo como dos turistas de lo más profesionales, para pasar un largo verano en España. Para narrar cinematográficamente esta historia, la fotografía de Aguirresarobe, que en el fondo, me ha decepcionado. Porque con lo bonita que es Barcelona, esa ciudad del mediterráneo, esa ciudad costera, con el mar, los colores vivos del verano… yo la veo azul, verde, saturada de colores vivos, alegres, fuertes y vigorosos, y lo que me encuentro en la fotografía de Aguirresarobe, es un color amarillento, pálido, triste… Si me pongo a pensar, puede que la entienda, porque yo le doy explicaciones a todo, y tal vez la ha hecho así porque como la película está narrada en forma de fábula, pues ese velo amarillento de ensueño… pero no, sinceramente, no le pega. Y otro punto negativo, que supongo que se lo doy porque soy cinéfila (la gente con la que he podido hablar de la película no se había dado cuenta, lo cual me inquieta y me relaja en el fondo), ese “peazo” de desenfoque en medio de la primera y fallida escena tórrida de la película entre Scarlett y Javier. Era de lo más evidente, y ¡largo! Luego hubo más, pero creo que “afortunadamente” no duraron la secuencia entera. En fin. Un punto negativo para el foquista (¿qué habrá pensado Woody Allen al ver esa secuencia en la gran pantalla?) A mi me hubiera dado algo.
Lo bueno y lo malo de Woody Allen es que es el gran improvisador, juega con las cortinillas y se permite cosas como hacer un ralentizado de lo más ñoño en una escena de amor (o de sexo). Creo que a Woody Allen, se lo permitimos todo, porque es un genio, o porque en realidad, a veces hay cosas que no importan, porque lo importante, se nota lo que es. Woody busca lo natural de los actores, y para ello confía en ellos y da rienda suelta a la improvisación (u par de ensayos y al lío). Debe de rodar las secuencias en un vamos que nos vamos, y eso, claro, bueno para la improvisación, malo para los retoques técnicos. Debe generar mucho estrés. Porque creo yo que con ese vamos que nos vamos, pues hay varios planos desenfocados. También está ese toooooooma foco super raro cuando Bardem enciende su lamparita de noche y debido a los nervios y a la noticia que recibe a través del teléfono, la lamparita baila y da vueltas de campana sobre la mesa y oye, que la luz, no cambia, como si no hubiera pasado nada. “Son las cosas del directo”.
En fin. Al final, se perdona todo. Tal vez sólo nos demos cuenta de estas cosas los cinéfilos-cineastas quisquillosos, porque lo llevamos dentro. Pero al final, la verdad es que no importa, porque lo que importa es lo que se está contando, sobre todo si el que lo cuenta es Allen, y Allen lo que hace son películas de personajes. Y menudos personajes. La estrella de oro se la llevan Javier Bardem y Penélope Cruz, ya no porque el cine entero se riera a carcajadas, (sobre todo con Penélope, que no la había visto yo también desde Jamón Jamón o La niña de tus ojos, porque lo que es en Volver, no me la creía, la verdad), sino porque su interpretación ha sido magnífica, natural, trágica y cómica a la vez. Una de las mejores, en serio. Además, Woody Allen ha sabido encajar a la perfección los diálogos en español con los diálogos en inglés, de ahí que merezca tanto la pena ver la actuación en versión original. Eso en el fondo es una de las cosas que supongo que a los españoles más nos sorprende y a la vez más nos hace reír, esos registros idiomáticos y la capacidad del guión y sobre todo de los actores para que sean naturales.
En fin. Al final, se perdona todo. Tal vez sólo nos demos cuenta de estas cosas los cinéfilos-cineastas quisquillosos, porque lo llevamos dentro. Pero al final, la verdad es que no importa, porque lo que importa es lo que se está contando, sobre todo si el que lo cuenta es Allen, y Allen lo que hace son películas de personajes. Y menudos personajes. La estrella de oro se la llevan Javier Bardem y Penélope Cruz, ya no porque el cine entero se riera a carcajadas, (sobre todo con Penélope, que no la había visto yo también desde Jamón Jamón o La niña de tus ojos, porque lo que es en Volver, no me la creía, la verdad), sino porque su interpretación ha sido magnífica, natural, trágica y cómica a la vez. Una de las mejores, en serio. Además, Woody Allen ha sabido encajar a la perfección los diálogos en español con los diálogos en inglés, de ahí que merezca tanto la pena ver la actuación en versión original. Eso en el fondo es una de las cosas que supongo que a los españoles más nos sorprende y a la vez más nos hace reír, esos registros idiomáticos y la capacidad del guión y sobre todo de los actores para que sean naturales.
Por último, el punto amargo de la cinta, ha sido el hecho de que esas norteamericanas que venían a España de vacaciones, se fueron igual que llegaron. Algo aprendieron, puede ser. Pero eso no les hizo cambiar. Ganaron la experiencia del viaje y eso lo convirtieron en anécdota. Sólo eso. Después de las vacaciones, les esperaba lo que se suele esperar: la vida real, la de siempre, la de antes. Ese es el punto amargo, el hecho de que la vida les ofrecía un cambio, pero ellas decidieron no aceptarlo. La experiencia del viaje había hecho que algo se removiera en su interior, pero Cristina prefirió seguir buscando, y Vicky, mantenerse. Y es que lo queramos o no, nuestra personalidad siempre tiene una INERCIA. Ese es el punto amargo.