Esta película es una de esas maravillas del cine que hay que ver en algún momento de nuestra vida. Dirigida por Darren Aronofsky, Réquiem por un sueño (2000) tiene un estilo experimental, una fotografía fabulosa y es una de esas pequeñas joyas que te recuerda a Trainspotting, de Danny Boyle. Lo que no todo el mundo sabe es que el germen de esta película es la novela homónima que Hubert Selby Jr., uno de los iconos de la escritura beatnik, escribió en 1978.
En el año 2000, tras coguionizar la película de su novela Réquiem por un sueño, Hubert Selby Jr. escribió para un periódico: "Lo extraño, en realidad, es que todavía estoy vivo, y que periódicamente publico un libro. Creo que tiene que ver con aquella sentencia de muerte que me dio el médico cuando era joven. Que se vaya a la mierda, pensé entonces. Nadie me dice lo que tengo que hacer”. Afectado por una grave enfermedad pulmonar a la edad de 18 años, cuando trabajaba como marino mercante, le diagnosticaron apenas unos meses de vida. Él, sin embargo, sobrevivió hasta los 76 años. Hubert Selby Jr. se introdujo en el mundo de la literatura a los 28 años, con el objetivo de contar sus experiencias y las historias de la comunidad marginal en la que vivía con un estilo literario poco convencional. Entre sus novelas escritas durante los años 70 se encuentra también The room, la novela que es considerada por muchos como su verdadera obra maestra. Hubert Selby Jr. murió en el año 2004, sobreviviendo a su adicción a la morfina y a la heroína y resistiendo a la enfermedad pulmonar que le habían diagnosticado sesenta años antes.
Requiem por un sueño, como muchas de esas novelas de la generación beat, trata de la drogadicción. Son cuatro los personajes principales: Harry, su amigo Tyrone, su novia Marion y la madre de Harry, Sara.
Enganchado a la droga, Harry suele robarle el televisor a su madre para conseguir dinero. Un día, él, su mejor amigo y su novia, ponen en marcha un negocio ilegal para conseguir dinero rápidamente. Mientras, la madre de Harry, Sara, es elegida para participar en su programa de televisión favorito y decide ponerse a dieta, lo que le lleva a tomar una vía más rápida para perder peso: tomar pastillas para adelgazar. Pero todas estas ilusiones se desvanecen y las cosas se ponen difíciles para los tres amigos y para Sara, que empieza a sufrir alucinaciones.
Estremecedora, inquietante, emocionante, con una magnífica fotografía, dirección artística y maquillaje y unos buenos actores, las secuencias más experimentales de la película podrían definirse como imágenes que evocan "el viaje por el subconsciente" que provoca el consumo de drogas. Con todo lo que esto supone. Un final trágico para un viaje por las malas decisiones.
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