Reconozco que adoro los filmes de dibujos animados. Lo sé. Walt Disney es lo peor, sobre todo para las mujeres de nueva era, que hemos colgado al príncipe azul por las orejas. No es azul, no es rico y, por supuesto, no es tan guapo. Nosotras tampoco. Ni estamos tan buenas ni tenemos esa maravillosa voz que nos permite comunicarnos con los animales y hablar con los pajarillos del bosque. Ariel, la sirenita, era un pez. El convertirse en ser humano por el príncipe fue en vano. Se sacrificó por él y fue directita al cielo llevada por unas hadas, pero vamos, que murió. La pobre Blancanieves fue desterrada por una cuestión estética (la más bellas de las bellas) y acabó haciendo camas hasta que fue asesinada (o inducida al coma ¿no?. En realidad... seguía siendo la más bella del reino, porque no había muerto ¿...?) hasta que un príncipe la besó y deshizo el hechizo (qué casualidad). Lo de Cenicienta era un complot en toda regla... en fin, que de una manera o de otra, estas chiquillas se pasan el día haciendo “sus labores”. Lo de Bella es distinto, es una mujer de nueva era. Al menos es ella quien besa a esa bestia que con suerte se convierte en un tío estupendo... Y luego decimos que no hay amor a primera vista... Y bueno, lo de La bella durmiente ya es de traca... Después Disney pasaría a otros modelos más exóticos, como son Pocahontas y Mulán, luchadoras, “mujeres en un mundo de hombres” (what?), que se salvan en algunos aspectos, pero...
...¡PERO! lo que me sorprende es este cuento del siglo XX, el de
Tiana y el sapo, que no sé ni tan siquiera si es un cuento de verdad o es el cuento que han creado para hablar de una especie de princesa moderna, que ni es de sangre azul, ni tiene reino, sino que es una princesa porque sí, desde dentro... La finalidad de Tiana es trabajar, trabajar y trabajar (es una especie de Cenicienta actual que se basta y se sobra para trabajar día y noche y tener ningún tipo de baile al que dejarse así misma asistir). No piensa ni por asomo en el príncipe azul (que éste sí que es un príncipe, un príncipe moderno, al que le encanta la vida bohemia y alternar). El caso es que se pasan la mitad de la película convertidos en rana... La pura esencia del amor... Y al final, por supuesto, hay beso. Hago alusión a
Tiana y el sapo porque ahora lo que se lleva son las princesas que no son princesas, aquellas que se hacen así mismas, aunque la historia surja, curiosamente, porque su encantador padre le dijo que consiguiera el sueño que él nunca pudo conseguir... y la dulce jovencita, por honrar el recuerdo de su padre, pues... pues puteada, la verdad, no lo quería decir así, pero es que al final por una cosa o por otra parece que no pueden tener decisión propia, sino que su objetivo ha sido “alentado” por ¡¡un hombre!!. Es así. Básico. (Por y para.) En estas películas, puedes intuir ya desde el principio el camino que van a seguir y, por supuesto, en qué momento van a acabar, al más puro estilo hollywoodiense: El momento culmen es...el del beso. Oooohh, llevo toda la película esperando ese momento... qué bonito... Tal vez haya cierto toque de ironía, pero la verdad: me gustan las películas de Disney. Es así. Lo acepto. Me gustan porque sé que van a acabar bien, felices, con un objetivo cumplido, un sueño hecho realidad. Tal vez lo que me gusta es pensar que hay un posible mundo maravilloso de ilusiones. Los colores, la música, el ritmo.... De igual manera adoro los musicales de Gene Kelly. Música, color, color and a wonderfull life!! Es maravilloso. Las ves y te quedas con una sonrisa estúpida en el rostro. Tal vez incluso feliz. Más música, más amor, más ilusión, más influencias positivas para un mundo mejor, por favor!!! Me acusarán de naif... Puede que lo sea...
No estoy diciendo no a esa cruda realidad de extrabarrio, de navajas, de pistolas, de tíos chungos y niñas malas. No estoy diciendo que no a mostrar la cruda realidad de las drogas, de las malas decisiones, de la existencia de una violencia absurda. No, porque hay, existe, una sociedad así que seguro que no va al cine, sino que piratea películas de acción y sueña con estar en una cafetería y empuñar dos pistolas al estilo de "Pumpkin" y "Honey Bunny" en Pulp Fiction. O peor. Hay muchas más barbaridades en la lucha mostrada en las películas... Acción y mentira. La violencia es, en directo, en la realidad, fuera de la pantalla, absurda. Es dura y cruel, no tiene música, sino olor a dolor y absurdo. A realidad no concebida. Como el visionado de una torre atravesada por un avión. Irreal. Lo has visto. Has visto cómo un avión chocaba en lo alto de la torre, pero en tu mente no puedes registrarlo. No se concibe. Pasa, y no hay música. No hay primer plano. Lo ves, pero asumes que no puede ser cierto, que no es real. Así es la crudeza de la vida. No tiene glamour, ni música. Ni primeros planos con desenfoque dramático... Por eso me gustan las películas de Disney, porque sabes que son irreales, moldeables y a todo color. Por esa misma razón me gustan los musicales. Porque me dan la energía para sonreír e intentar construir un mundo mejor.